Hipócrates...

"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento."

lunes, 22 de febrero de 2010

LA RESPIRACIÓN PROFUNDA


Cuando la respiración se detiene, la vida termina. Cuando la respiración es profunda y nivelada, la vida es fuerte. Si es superficial y entrecortada, la misma vida está disminuida y amenazada.
Nuestra manera de respirar afecta a la manera en que el cuerpo absorbe el oxígeno que alimenta el cerebro, el sistema nervioso y todas las células del cuerpo.
(...)
Al recién nacido se le da un trato lamentable, que no tiene en cuenta
para nada el mecanismo de esa función vital que es la respiración. Una y otra vez vemos que la prisa, la rapidez del parto, son los criterios que priman sobre cualesquiera otros. El bebé es extraído del canal de alumbramiento con la mayor rapidez posible, y lo que sucede después establece la disfunción que obstaculiza su salud para el resto de su vida. En vez de dejar que el niño efectúe por sí mismo la transición a la función respiratoria, el cordón umbilical se corta de inmediato. El niño es incapaz de respirar por sí mismo con sus pulmones diminutos, y por eso se le sujeta la cabeza para abajo y se le dan unas palmadas en el trasero, obligándole, por así decirlo, a dar boqueadas para no asfixiarse. Hasta entonces todos los elementos de la vida del bebé le han sido suministrados a una temperatura de 36,5 grados C, la del cuerpo de su madre, y ahora el aire frío penetra en sus pulmones, que no están preparados para ese cambio. Éste es un factor que contribuye al asma y otras dificultades respiratorias en la vida futura. Nuestra primera respiración es un boqueo y, para la mayoría de la gente, la respiración a partir de entonces es superficial y boqueante.
Hay un período de transición sumamente crítico, de unos 45 minutos, durante los cuales hay que dejar que el niño se adapte a la respiración pulmonar, y durante el cual jamás debe cortarse el cordón umbilical. Hasta que el recién nacido pueda respirar totalmente por sí mismo, sigue dependiendo del oxígeno que recibe de la madre. Durante este intervalo hay que colocarle sobre el estómago materno, con la cabeza cerca del corazón para que oiga los familiares latidos, dejándole descansar tranquilamente mientras poco a poco va respirando por sí mismo. Sólo entonces, tras haber extraído del cordón umbilical todos los fluídos restantes ricos en oxígeno, es el momento de cortar el cordón umbilical.

Fuente: Vida Sana, de Harvey y Marilyn Diamond.

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